Alejo a mis fantasmas convirtiéndolos en monstruos ficticios. En los monstruos ficticios tiene lugar la metamorfosis del asco de este mundo, rostro inoculado contra el horror, angustia soportable. Las bestias de la realidad moran en el mejor de los mundos posibles. Lo monstruoso no es un signo divino, sino el oscuro signo humano que suele esconderse a sí mismo dando un rodeo por las rutas de la divinidad. El arte sustituye ficcionalmente a lo real; lo monstruoso lo transforma simbólicamente y lo fotográfico lo recubre de belleza.
Autor: Rafael Ángel Herra Rodríguez