Inscripciones latinas en monumentos costarricenses coloca por primera vez en la historiografía nacional un factum cultural necesario –como otros muchos cuyo registro hay que desempolvar– en la tarea científica de ir dando forma y sentido de creciente conocimiento a la realidad del país desde el pasado al presente, ese campo total todavía sepultado en su propio vivo humus, en su funcionamiento no desentrañado. Este esfuerzo representa una contribución para insistir en  a iluminación de Costa Rica desde sí misma, en la finalidad de alcanzar cuanto antes su retrato más integral e interpretado. En esta dirección, específicamente el libro rescata las características del comportamiento colectivo de cierta memoria social costarricense.