La M.Sc. Maike Heidemeyer, investigadora del Centro de Biología Celular y Molecular (CIBCM) y asociada a la Red Integral de Tortugas Marinas (RITMA), participará, junto a otros científicos, en una expedición internacional a las islas Galápagos de Ecuador.
La M.Sc. Maike Heidemeyer, investigadora del Centro de Biología Celular y Molecular (CIBCM) trabaja con una tortuga amarilla como parte de sus actividades de investigación. Foto: Maike Heidemeyer.
En las islas Galápagos se encuentra la segunda población anidadora de tortuga negra más grande de la región del Pacífico Oriental (México a Chile). Luego de su fase reproductiva, una parte de esa población se mantiene residente y otra emigra hacia otros sitios de almentación, entre estos, a la isla del Coco y el Golfo Dulce de Costa Rica.
La iniciativa científica surgió en el marco del Simposio Internacional sobre Biología y Conservación de Tortugas Marinas de la Sociedad Internacional de Tortugas Marinas (ISTS), realizado en la Universidad Científica del Sur en Lima, Perú, a inicios de este año.
En la gira se participarán además seis investigadores (as) del Galápagos Science Center de la Universidad de San Francisco de Quito (UFSQ), y contará con el apoyo financiero del Alma College de Michigan, Estados Unidos de América (EEUU).
Según explicó la M.Sc. Heidemeyer, en actividades de investigación anteriores se han observado poblaciones de tortuga verde (Chelonia mydas) que aunque se alimentan en algunos sitios del Pacífico Oriental no anidan aquí.
En Costa Rica se han identificado poblaciones de esa tortuga en su etapa juvenil, mejor conocida como tigra o amarilla, que se alimentan de algas e invertebrados en la Bahía Matapalito en Santa Rosa de Guanacaste, en el noroeste del país.
El objetivo de los investigadores (as) es comprender las rutas reproductivas de las poblaciones de tortuga amarilla que provienen del Pacífico Occidental (Indonesia, Australia, Micronesia), pero que probablemente radican en el Pacífico Occidental.
Según manifestó la investigadora, al contrario que en otros sitios del Pacífico Este, en las islas Galápagos, específicamente en la isla San Cristóbal, se han observado machos de tortuga amarilla. Se estima que las tortugas macho viajan cada año a las playas de anidación en las que nacieron, mientras que las hembras lo hacen cada tres o cuatro años con el fin de reproducirse.
Los investigadores (as) manejan dos hipótesis, una es que esas poblaciones de tortuga son dispersadas a las islas Galápagos y regresan a su sitio natal para reproducirse, la otra es que se mantienen ahí y no se reproducen, lo cual significa que no tendrán aporte a las póximas generaciones.
Para verificar esto, los investigadores(as) colocarán dispositivos de rastreo satelital (GPS) en algunas tortugas macho para conocer sus desplazamientos. Con este método de rastreo directo, se pretende determinar si las tortugas amarillas en efecto realizan migraciones de reproducción transpacíficas para regresar a sus sitios natales, o si se mantienen residentes.
La labor principal de la investigadora Heidemeyer será tomar muestras de tejidos de las tortugas amarillas en las Galápagos para realizar análisis genéticos por medio del Ácido Desoxirribo Nucleico (ADN). El procesamiento de estas se haría en el CIBCM, que cuenta con la tecnología necesaria para ello.
Según explicó la investigadora, para realizar el análisis genético se toman las muestras y se extrae el ADN. Luego se utilizan unos imprimadores que amplifican una región en el ADN mitocondrial. Previamente esta región ha sido caracterizada para las playas de anidamiento a nivel mundial.
“Una vez que lo tenemos amplificado, lo vamos a secuenciar y lo que obtenemos es un haplotipo (firmas genéticas). Entonces en cualquier tortuga que se encuentre se puede determinar por medio de esa firma de cual playa o región proviene y hacia donde regresará”.
“El ADN mitocondrial es muy importante porque se transmite siempre por la vía materna y gracias a esto se pueden caracterizar las playas de anidamiento; porque las hembras siempre vuelven a anidar en las mismas playas, lo cual se denomina filopatría. Y como las hembras transmiten la misma firma a hembras y machos, en el momento que se analiza algún macho es posible saber de cual playa proviene”, agregó la investigadora.
La investigadora considera que esta investigación es sumamente importante, ya que las tortugas marinas son especies en vías de extinción y estos estudios pueden contribuir a su preservación para las futuras generaciones.
Las tortugas marinas actúan como reguladoras de los sustratos de algas y el zacate marino. Además, en su etapa de huevo, nacida y juvenil, constituyen una fuente de alimento de otros animales que viven en los ecosistemas costeros, como peces, aves marinas y otros animales terrestres.
La investigadora se mostró muy satisfecha de poder participar en este proyecto con la Universidad de San Francisco de Quito, pues para un biólogo marino es una gran oportunidad conocer los ecosistemas de las islas Galápagos, ya que usualmente este lugar está muy protegido y resulta muy difícil realizar investigaciones ahí.
También es muy importante realizar este trabajo a través de la RITMA, especialmente con animales como las tortugas marinas, pues estas no conocen fronteras. Esta forma de trabajo en red permite compartir ideas y conocimientos, facilita la capacitación, se comparte tecnología, y es posible lograr mejores resultados en menos tiempo, destacó la M.Sc. Heidemeyer.
Más información con Maike Heidemeyer, al teléfono (506) 8310-9813, o al correo-e: maike.heidemeyer@ucr.ac.cr
La isla San Cristóbal está ubicada en la parte oriental del archipiélago de las Galápagos en Ecuador. Foto: Taller de C.M.C