Según un estudio realizado por investigadores (as) del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP-UCR) y la Escuela de Psicología (EPS-UCR), algunas secuelas psicológicas de las medidas sanitarias y de la pandemia ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2, persistían en la población costarricense aún dos años y medio de que apareciera el primer caso de COVID-19 en el país el 6 de marzo del 2020.
Estudio del IIP-UCR y la Escuela de Psicología reveló que algunas secuelas psicológicas de las medidas sanitarias y de la pandemia ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2, persisten en la población nacional dos años y medio después de que apareciera el primer caso de COVID-19 en Costa Rica.
El estudio fue realizado entre setiembre y noviembre del 2022 por el Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Escuela de Psicología de la UCR, con financiamiento del Gobierno de Francia, a través de su embajada en el País.
Según explicó el investigador principal del estudio, el Dr. Benjamín Reyes Fernández, especialista en psicología de la salud, la recolección de datos se obtuvo por dos vías.
Una de ellas fue una “encuesta telefónica (con una muestra representativa de 1002 participantes, y un error de 3.1%). La otra una encuesta en línea (no representativa, de 2157 participantes, pero que permitió, por su extensión, examinar con mayor detalle algunos aspectos)”.
El Dr. Reyes Fernández explicó que “en general, las personas que respondieron de forma telefónica tendieron a reportarse con mejor salud mental que quienes respondieron mediante la encuesta en línea.
“Eso puede deberse a deseabilidad social (a quienes contestan al teléfono les es más difícil decir que están mal) o a autoselección (quienes contestaron en línea podrían ser personas que más se preocupan por su salud mental, y tienden a ser quienes reporten más estrés y síntomas de algún padecimiento de salud mental)”, detalló Reyes. (VER GRÁFICO)
Resultados de la encuesta telefónica, por su representatividad. El cuadro resume los principales síntomas de estrés de la muestra representativa.
El Dr. Reyes recalcó, como dato interesante, que “en la muestra representativa, un 11% presentó síntomas de estrés agudo por lo menos ocasionalmente, mientras que sólo un 1% los presentó muy frecuentemente. Por otro lado, un 43.9% de la muestra refirió tener altos niveles de resiliencia, que consiste en la capacidad anímica y mental de enfrentar las dificultades”.
El estudio también permitió establecer diferencias de salud mental entre grupos específicos de población. (VER RECUADRO)
Entre estas diferencias, cabe destacar que las encuestadas de sexo femenino mostraron mayores niveles de estrés que los encuestados de sexo masculino, lo cual se dio también al inicio de la pandemia.
De igual forma las personas de mayor edad saben lidiar y encuentran formas más creativas de enfrentar las dificultades, lo que significa que los adultos mayores mostraron ser más resilientes.
Sin embargo, a diferencia del inicio de la pandemia, cuando en las provincias costeras se reportaban mayores niveles de estrés, dos años y medio después ya no se encontraron diferencias entre provincias costeras y provincias no costeras.
Los investigadores (as) consideran que esto podría deberse a que la actividad económica de las costas depende más del turismo que se vio fuertemente afectado por las medidas sanitarias, pero ya se ha recuperado.
Por otra parte, el estudio refleja que el nivel educativo no influía en el estrés manifestado, ni en el afrontamiento resiliente de la crisis. Aunque sí influyó en el apoyo social, pues las personas con mayores niveles educativos manifestaron contar con más apoyo.
Como era de esperar, las personas con menores ingresos económicos manifestaron mayor estrés, a la vez que resentían percibir menos apoyo social que los de mayores ingresos. En este grupo, las personas que no poseen vivienda propia reportaron mayores niveles de preocupación y estrés que los que sí tenían casa propia.
Sin embargo, el ingreso económico no influyó en los niveles de resiliencia, ya que todos mostraron niveles semejantes de resiliencia.
El estudio sugiere que la actividad física reduce las posibilidades de que la persona se encuentre deprimida, lo cual coincide con resultados de investigaciones internacionales.
De igual forma la investigación coincide con resultados a nivel internacional en el sentido de que el diseño del espacio físico parece asociarse con niveles de salud mental.
Por ejemplo, las personas que practican deporte, si lo hacen de forma colectiva, obtienen el doble beneficio orgánico y de establecer redes sociales de apoyo.
Sin embargo, en la práctica del deporte influye el que existan instalaciones y espacios adecuados para practicarlo y que las personas se sientan seguras en esos espacios.
Resumiendo los principales resultados de la investigación, el Dr. Reyes explicó que en términos generales, “los resultados sugieren que contar con una red de apoyo social es importante para proteger contra el estrés, así como buscar formas creativas de hacer frente a las dificultades. Naturalmente, algunas medidas no dependen de los individuos, sino de las autoridades.
“Por ejemplo, los resultados sugieren que una mejor situación económica favorece el bienestar mental. Sin embargo, la situación económica depende no sólo de las decisiones del individuo, sino de diversos actores públicos y privados. Naturalmente, algo que también podría ser de ayuda es contar con un mejor acceso a servicios de salud mental”.
Este último estudio coincide en algunos aspectos y difiere en otros de un estudio similar llevado a cado hace dos años entre setiembre y diciembre de 2020.
Ese primer estudio se realizó a lo largo de las siete provincias del país por el IIP-UCR, en colaboración con el Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular (CIBCM), el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) y la Escuela de Psicología y la Escuela de Sociología, todos de la UCR.
La investigación formó parte de estudio realizado en varios países simultáneamente, denominado “ Prevalencia y carga mundial de trastornos depresivos y de ansiedad en 204 países y territorios en 2020, debido a la pandemia COVID-19” (VER ARTÍCULO RELACIONADO)
Los resultados de ese primer estudio fueron publicados en la revista científica The Lancet (VER ARTÍCULO EN THE LANCET)
Además del Dr. Reyes, el equipo científico estaba integrado por la Dra. Vanessa Smith Castro, la Dra. Gloriana Rodríguez Arauz y la Dra. Ana Jurado Solorzano.
DIFERENCIAS DE SALUD MENTAL EN GRUPOS ESPECÍFICOS |
Género |
En general, las mujeres reportaron mayores niveles de estrés que los hombres (al igual que al inicio de la pandemia). |
zona de residencia (costera vs no costera) |
A diferencia de lo que ocurría al inicio de la pandemia, cuando en las provincias costeras se reportaban mayores niveles de estrés, ahora no se encontraron diferencias entre provincias costeras y provincias no costeras. |
El papel del nivel educativo |
En general, en la muestra telefónica pareciera que ni para los distintos tipos de estrés ni para afrontamiento resiliente hubo diferencias por nivel educativo de las personas participantes. En lo que sí parece que hubo una diferencia fue en apoyo social, pues las personas con mayores niveles educativos reportaron contar con más apoyo. |
El papel de los ingresos |
En general, pareciera que menores ingresos se asociaron con mayor estrés, aunque todos los grupos reportaron niveles semejantes de resiliencia (capacidad de enfrentar emocionalmente las dificultades). Resultó también interesante observar que, en general, quienes reportan menos ingresos también reportan percibir menos apoyo social. |
Diferencias por provincia |
En lo que corresponde a estrés cognitivo (pensamientos de preocupación), la provincia con menores niveles para este 2022 fue Limón (promedio de 1.42, en escala de 1 a 5) y la provincia con mayores niveles fue Guanacaste (promedio de 1.81). En lo que corresponde a estrés fisiológico (como dolores de espalda), la provincia con menores niveles fue Heredia (promedio de 2.11) y la provincia con mayores niveles fue Puntarenas (promedio de 2.54). No hubo diferencias entre provincias en cuanto a resiliencia. No sabemos exactamente a qué se deban las diferencias encontradas. |
Diferencias por grupos de edad |
Aunque, en general, no hubo diferencias en estrés según grupos de edad, las personas con más edad reportaron ser más resilientes (con mayor capacidad de hacer frente emocionalmente a las dificultades). |
En las encuestas, las personas con menores ingresos económicos manifestaron mayor estrés, a la vez que reportaron percibir menos apoyo social que los de mayores ingresos.